
¿Qué hacen los medios de comunicación con la muerte de los famosos? ¿Qué hace el público con los relatos del fin de esos famosos? Obituario solemne y algún recuerdo perdido. Salvo que esa muerte se cruce con la posibilidad de contar una historia macabra o entretenida.
Beatriz Sarlo, reconocida intelectual de la academia pero también figura de los medios de comunicación, parece que murió sola. (como todos). Pero en su caso no había herederos. Su marido o pareja con quien vivió por décadas, había muerto hacía poco tiempo. No tenía hermanos, hijos ni sobrinos. ¿Qué pasará con sus bienes?
Pasó que a los pocos días de su entierro apareció el portero de su edificio con una esquela, más parecida a una nota de compras para el almacén que de un testamento en regla. En esa hoja, Sarlo le encomendaba cuidar a la gata Nini y su departamento, el de Sarlo no el de la gata. El portero se fue al juzgado para reclamar la propiedad de ese cuatro ambientes que, para él, era suyo. Raro, pero no imposible, al menos hasta que apareció un señor que hacía sesenta años se había casado con Sarlo y se habían separado poco tiempo después. Se separaron, pero nunca se divorciaron legalmente.
Ahí empezó el problema. ¿Portero o ex marido? Con eso alcanzó para empezar la comidilla. Los platos estaban servidos y desde noticieros a programas de chimentos se metieron con el tema.
Vale aclarar que Sarlo, una mujer notable, tampoco fue una figura de reconocimiento popular. En verdad fue raro ver en TV un “escandalete” que, duró pocos días. Nada que ver con la zaga de Wanda Nara y la China Suárez.
Como si fuera poco, días después, apareció la supuesta prima de la escritora, con sus 87 años, que se sumó al reclamo sucesorio. Pero ya era tarde, al menos para los medios. El tema estaba terminado.
Morirse acalla todos los gritos. Y los medios más convencionales trabajan en el borde donde la muerte se banaliza. ¿Se acuerdan de (Jorge) Lanata que también quedó prisionero de un legado en disputa? Peleaban hijas y ex mujeres. Ni hablar de Maradona que, por su condición de ídolo, sigue vivo en los sainetes judiciales que conocimos en los últimos tiempos.
¿Hay goce en el público con esta historia de una mujer grande y sola, su querido portero y un fantasma que vuelve del pasado y una anciana prima?. Suena a telenovela turca. Y eso es lo que encandiló a editores y productores en un principio para iniciar la publicación de esta polémica.
¿Vale preguntarse si Sarlo se olvidó de divorciarse de su primer marido, si realmente le dejó la casa en un papelito al portero o si sabía de la existencia de una prima lejana? ¿O será que a ella todo lo que vendría después de su muerte le importaba nada?
En todo caso, en la televisión la muerte es una presencia efímera que interesa cuanto más se hace espectáculo y cuando sus protagonistas tienen cierta visibilidad. Con sus textos, su extensa carrera docente y hasta su gran presencia en los medios, casi exclusivamente en el ámbito político, Sarlo y su muerte entretuvieron un poquito.
Al fin y al cabo, será recordada así también por la gran mayoría de los que hablaron de la disputa por el departamento, aunque muchos de ellos no hayan leído ni uno solo de sus libros ni ensayos académicos.