¿Es posible evitar que chicas y chicos dejen de lado un rato los dispositivos para detenerse a pensar o conversar cara a cara con otras personas? ¿Puede la escuela, prohibiendo su uso en clase, lograr algún cambio? ¿Es una cuestión solamente educativa?
Recuperar el mano a mano en el diálogo, la escucha, mirarse a los ojos, encontrarse con otras/os, parece haber quedado fuera de tiempo. Pero, sobre todo en tiempos donde se instaló la idea de que “Lo viejo sirve”, a partir del éxito de la serie El Eternauta, tal vez valga la pena poner el tiempo en pausa, y poder pensarlo.
El uso de celulares en las aulas se convirtió en los últimos años en un tema central de debate entre educadores, madres, padres y estudiantes. En la provincia de Buenos Aires, la Legislatura acaba de aprobar una Ley para prohibir el uso de los celulares en las aulas. Se suma así a lo ya dispuesto en la Ciudad de Buenos Aires, Neuquén y Salta.
Para el director general de Escuelas provincial, Alberto Sileoni, el problema central no es en las escuelas primarias sino en las secundarias y considera que es un tema social y no sólo educativo. Sin embargo asegura que en 180 días, como está estipulado, reglamentarán la Ley que acaba de sancionar la Legislatura.
La prohibición del uso del celular en las aulas es una medida que la provincia ya había adoptado cuando la pedagoga Adriana Puiggros era titular de la cartera educativa en 2006. Diez después el entonces ministro, Alejandro Finocchiaro, eliminó la resolución en cuestión. El tema sigue en debate y la nueva Ley instala otra vuelta al tema.
Sileoni es un hombre con amplia trayectoria no sólo como autoridad educativa (fue antes Ministro de Educación de la Nación), sino como educador, ya que desempeñó por años la tarea docente.
Desde Clic quisimos entrevistarlo y a continuación reproducimos algunas de sus respuestas:
La Comunicación hace Clic (LCHC): ¿Cuál es su opinión sobre la norma sancionada por la Legislatura de prohibir celulares en las aulas en nivel primario?
Alberto Sileoni (AS): Coincidimos con la norma recientemente sancionada, en la existencia de un problema que debemos solucionar. El problema social (y educativo) no es con la tecnología, que es bienvenida en general, sino con su uso abusivo y la invasión del mal uso tecnológico en la vida de las personas, mucho más si estas son niños, niñas y jóvenes.
La norma es un aporte, junto con otros que evaluamos y analizamos desde hace tiempo, en relación con el uso de la tecnología en la vida y en el ámbito escolar. Estamos frente a un problema que tiene consecuencias riesgosas, como la dependencia de su uso permanente y la imposibilidad de relacionarse con otros y otras. No es lo mismo la relación que se da a través de una aplicación digital que la relación directa entre personas. Las relaciones tecnológicas son planas, impiden ver gestualidades, pueden esconder emociones, y reducen las enormes posibilidades que generan los encuentros personales. Además, deja secuelas respecto de la salud mental, y profundiza fenómenos; por ejemplo el bullying en la escuela, ahora, convertido en ciberbullying, que se transforma en un padecimiento constante, sostenido.
Como Dirección General venimos trabajando en este tema desde hace tiempo, en estos últimos días realizamos Jornadas pedagógicas específicas para el abordaje de esta problemática en el nivel secundario, con mucho interés por parte de estudiantes y docentes.
Queremos introducir en la discusión pública el concepto de corresponsabilidad. Resulta una imagen reiterada, citada con frecuencia, aquella de que en un sitio público podemos ver a una familia común, y cada uno está sumergido, hundido, en su pequeño universo tecnológico, desatendiendo y abandonando lo que debiera ser una conversación más amplia, y por supuesto, más fecunda. Por eso, consideramos que no es sólo un problema escolar, sino que es un tema social, de época, en donde todos debemos colaborar, familias, adultos responsables y educadores.
LCHC. ¿Cómo piensan implementarla y que plazos manejan?
Es una ley de pocos artículos, que en uno de ellos encomienda al Poder Ejecutivo provincial reglamentarla en el plazo de 180 días, prescripción que, por supuesto, vamos a cumplir.
Estamos analizando cuáles son los mejores modos de hacerlo, ya que nuestra provincia tiene una enorme vastedad, con escuelas rurales, de islas, urbanas, algunas de 5 alumnos y otras de 1500. Con realidades tan distintas podemos pensar soluciones también diferentes y situadas.
Además, en nuestra provincia el problema de sobreuso tecnológico se da sobre todo en el nivel secundario. En el primer ciclo del nivel primario no es un problema, y comienza a manifestarse al avanzar el segundo ciclo.
LCHC: Esa norma ya había regido en la provincia y se suspendió durante la gestión Alejandro Finocchiaro, ¿que evaluación tiene el ministerio de su aplicación (hace 20 años?)
AS: La decisión de no prohibir el uso de celulares no quiere decir que se aliente su uso, sin orden ni prescripciones durante todo el turno escolar. No prohibirlo significa que hay una regulación, porque hay un maestro, maestra, profesor, profesora que conduce el grupo en el aula de clase. La opinión de ese maestro es una opinión soberana en algún sentido. Y muchos de ellos les dicen a los chicos que el celular no lo pueden utilizar, y otros disponen de un recipiente, una caja, donde deben depositarlo antes de comenzar la clase. Así que en muchas aulas de la provincia ya hay soluciones de este tipo que funcionan muy bien. Y también reconocemos que hay docentes que prefieren una norma prohibitiva general, porque afirman que les ayuda en la discusión con los y las alumnas y sus familias.
Por eso es un tema abierto, con múltiples aristas y soluciones diversas. Reitero: el problema no es en la escuela primaria, porque no está tan extendida su utilización en ese nivel.
LCHC: ¿Cree que eso puede mejorar la atención de los chicos/as?
Insisto, que no existiera una norma de prohibición no significa que en las aulas de la provincia los dispositivos tecnológicos son de uso libre e indiscriminado. En la escuela hay normas para ser cumplidas. Muchas escuelas o muchos docentes dentro de ellas les piden a sus estudiantes que no usen celulares. Hay infinidad de situaciones: docentes que disponen de una caja donde los estudiantes dejan el celular, momentos de uso con fines específicos,
LCHC: ¿Qué pasa si los chicos no usan celulares pero sí lo hacen los maestros/as?
AS: Hay un principio pedagógico básico que formulamos de esta manera: los niños, niñas y jóvenes, los estudiantes en general, aprenden mucho más por lo que hacemos que por lo que decimos. Es insostenible un docente que no pueda sustentar con sus actos lo que enuncia en sus palabras. La autoridad de los educadores se asienta en el vigor del ejemplo. Eso es lo que miran con atención los y las estudiantes para aceptar o no una prescripción, una invitación. Las órdenes que se asientan exclusivamente en el argumento de la autoridad jerárquica cada vez tienen menos lugar en la escuela, así de sencillo.
LCHC. ¿Cuáles son sus preocupaciones, como ministro y como educador, en relación al uso de la Inteligencia Artificial (IA) por parte de chicas y chicos?
La masividad de la tecnología exige de los adultos que sostengamos las discusiones que son posibles que prosperen. Ya está probado que las meras prohibiciones no generan aceptación, quizá lo contrario, porque lo prohibido en algún momento ejerce una fascinación. En esto pasa algo parecido. La Inteligencia Artificial ya está entre nosotros. Hay que trabajar con los estudiantes el valor de la originalidad, la creatividad, la posesión de un análisis crítico y de pensamiento propio, que son logros que deben se provistos al cabo de una trayectoria educativa amplia y plena.
LCHC. ¿Y el uso de la IA en la educación?
Como dije anteriormente, la IA ya está, ya funciona, ya se utiliza y desde ese momento es una herramienta que abre un desafío para la educación, de la misma manera que sucedió con las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs). Debemos trabajar en garantizar una alfabetización crítica para un uso responsable y aprovechando todas sus posibilidades de manera consciente.
En este sentido, la formación docente es fundamental para este proceso porque son las y los docentes quienes tienen que traducir la tecnología en experiencias significativas.
La Provincia hace tiempo impulsa el debate: las Segundas Jornadas de Educación Digital, que se desarrollaron en estos días ofrecen paneles, talleres y conversatorios donde la IA está en el centro de la reflexión pedagógica. A la vez, avanzamos en la elaboración de un documento para las escuelas bonaerenses, que fija principios éticos y pedagógicos para orientar su incorporación en el sistema educativo.
Pensar en el celular como un instrumento que se agota en su uso o su interrupción obligatoria dentro de las aulas es otra de esas normas que pretenden salvar la situación puntual, de cara a la clase media, sin resolver el problema central, que es mayúsculo en materia educativa. Asistimos en estos días a un triple femicidio: dos chicas de 20 y una de quince asesinadas, con la autoría y participación de torturadores y asesinos de la misma edad.
Uno de cada diez alumnos no termina en tiempo y forma la secundaria en la provincia de Buenos Aires.
La escuela actual adeuda al menos dos cosas a la sociedad: una, un regreso al estímulo de las y los adolescentes en la práctica escolar, no ya solo como garantía de progreso individual, sino como una condición de felicidad, como el cumplimiento de una etapa que en el futuro recordarán como el vínculo entre el compromiso y los valores del esfuerzo colectivo. Dos, la realización de un Congreso Educativo Provincial (al menos) que de cuenta de todas las mutaciones que vive institucionalmente la escuela tradicional, en los órdenes social, económico, cultural, tecnológico y político.
Hay, sin emabrgo, una excusa para que el tratamiento de estas urgencias no se lleven adelante y es muy atendible, aunque perturbadora: que hayamos perdido la fe en la Educación como eje de transformación social.
Gracias Reynaldo por tu comentario.
Realmente hay mucho para analizar sobre las falencias de la educación argentina.
Es muy importante tomar conciencia que la educación sí puede ser un eje de transformación social y que hay muchas pibas y pibes que se salvan, a partir del acceso a la escuela y hay muchas y muchos otros que no (como el caso del que hablás de las chicas del triple femicidio. Es muy importante este tema. Nos comprometemos a seguir abordandolo.